¿Sabéis esa piedra que está siempre estorbando y con la que todo el mundo se tropieza? Pues yo debo ser algo así. Siempre he presumido de que no necesito a nadie, que me mola ir a mi bola y que puedo con todo, pero ahora que de verdad no tengo a nadie... creo que me equivocaba. Todos necesitamos a una persona especial, a un mejor amigo, alguien que incluso cuando finges la sonrisa más perfecta sabe que te pasa algo, y que cuando te pregunte qué te pasa y tu le contestes que nada, te abrace y te diga "sé que no estás bien", porque muchas veces cuanto más nos escondemos, más ganas tenemos de que nos encuentren.
Antes me encantaba descubrir que iba a pasar cada sábado que salíamos, ahora me da miedo cada día, me da miedo que el sol salga cada mañana, me da miedo saber qué va a ser lo siguiente, pero bueno, ya somos mayorcitos y supongo que estas cosas habrá que guardárselas para uno mismo y salir a la calle a por todas, aunque no tengas ganas ni de respirar.
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