Cuando todo te va mal, siempre piensas que al menos la tienes a esa persona que siempre va a estar ahí. Pero ¿y cuando esa persona ya no está? ¿cuando no te queda absolutamente nada? Ahí te das cuenta que estás sola contra el mundo. Un mundo el cual te odia y sabe lo débil que eres. Es una batalla perdida. Y lo peor es que lo sabes.
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